Me gustaría participar en algún concurso de arte. No tengo experiencia pero, como todo, se aprende intentándolo. Así que aquí estoy, pincel en mano, lienzos nuevos de la medida que piden en el concurso (20×20), pensando en cómo sorprender y demostrar en tan poco espacio. Te pones a investigar qué cuadros han ganado en el pasado, ves los estilos para tratar de entender los gustos del jurado. Y al mismo tiempo te das cuenta que no puedes pintar lo que crees que va a gustar porque entonces no eres tú, no es tu estilo ni tu forma de pintar. Tienes que pintar algo que te guste a ti para que pueda gustarle a alguien más.
Es curioso pero en cualquier manual de marketing de empresa se dice que es necesario conocer el mercado, saber qué busca y qué necesita tu público objetivo. Y que aquellas empresas que no adaptan su producto a lo que el mercado quiere están muertas. Leo que el marketing y la publicidad no pueden crear necesidades. Pueden descubrir necesidades latentes mal satisfechas o que están evolucionando en la mentalidad colectiva sin haber aún encontrado el producto que las satisface. Y de ahí surge la innovación. No en inventar una necesidad sino en crear un producto que satisface mejor la necesidad o que incluso cubre una faceta que el público aún no sabía que tenía. En ese sentido, me gusta la frase de Henry Ford en la que decía que si solo miras al mercado y preguntas a tus consumidores es imposible innovar: «Si le hubiera preguntado a la gente qué querían, me habrían dicho que un caballo más rápido». Pero él creó el primer coche. No hay que dar lo que el mercado quiere sino lo que necesita.
¿Qué necesita un jurado de un concurso de arte?
Imagino, porque tampoco he sido jurado de arte nunca, que algo distinto. Ver lo mismo año tras año, estilos calcados o sin personalidad no es que vaya contra ninguna necesidad pero seguro que es muy aburrido. Pero muchas veces se confunde lo distinto con lo raro. Para ser distinto parece que hay que ser excéntrico. Y el ser excéntrico le puede pasar a tres personas de forma natural, si le pasa a todos es que es forzado. No hay que confundir lo excéntrico con la genialidad.
Por tanto, si tiene que ser distinto, no tiene sentido mirar lo que han pintado otros. El gusto del jurado no se mide con el gusto que tuvieron cuando hubo un subconjunto concreto de arte delante suyo. Una única pieza distinta en ese subconjunto podría haber hecho que todo cambiara y que incluso valoraran de forma distinta el resto de cuadros. Por comparación. El momento afecta, cada día, cada mes, cada año cambiamos. Nos pasan situaciones en nuestras vidas que afectan a lo que significan las cosas para nosotros. Aunque sea el cuadro que ha pintado otra persona, te llegará más o menos según en el momento de tu vida que estés y la cantidad de cuadros que hayas mirado antes.
Si no tiene sentido mirar lo que hacen otros en ediciones anteriores de ese concurso o en el mercado en general, estoy sola.
Sin referencias.
Libre.
Ese espacio en blanco es mío. Para mí. Yo elijo. Puede ser una mancha, una casa, una persona, un sentimiento, una canción. Solo para mí. Qué bonito es ser libre 🙂
Y este es el resultado: dos cuadros muy pequeños, de 20 cm por 20 cm, dispuestos para secarse y participar en un concurso de arte. Dos cuadros míos, fruto de mi libertad de elección.
¿Le gustarán al jurado?


Comments (5)
Vaya Lorena!!! De verdad tienes talento!!! Suerte en ese concurso. Desde que el arte es arte, todos los artistas han tenido tus dudas. Y todos, especialmente los mejores, buscaban ganarse a sus patrocinadores. Y no por eso, eran menos autenticos.
Por cierto, el hombre se parece un huevo a Bryan Cranston de Breaking Bad 🙂
Gracias!! ya publicaré por aquí qué tal me va 🙂
Pues lo has adivinado, aunque no era la intención que se pareciera. A ver si adivinas quién es ella, mucho más folclórica … 🙂
¡¡¡ Es María Jiménez !!! , juas, juas, y si te soy sincera, él tiene un parecido total al canalla de Joaquín Sabina.
Maria Jiménez? Yo en folclóricas no estoy muy puesto… 🙂
Bingo!
Buen ojo 🙂